Escrito por : Dariangely López
Esperar en Dios nunca ha sido tarea fácil, pero para los cristianos modernos esto se ha convertido en una verdadera carga. Vivimos en un mundo en donde esperar ha sido catalogado como algo inaceptable. Esperar 10 minutos más por una orden de comida ya es suficiente para dejar una mala reseña. Que el transporte se demore es un aviso para entrar en pánico.Ha diferencia de estos atrasos, el tiempo de Dios nunca será un error o una inconveniencia. Aunque en ciertos momentos se llegue a sentir como una condena, esperar en Dios siempre será una bendición para quienes pueden ser pacientes. Y es que la paciencia es considerada una virtud.
Cuando la aplicamos en nuestras vidas provocamos un efecto positivo, aunque el resultado no siempre este a nuestro favor. Imagínate que estas atrapado en un tráfico sin salida. Por más que te desesperes no puedes hacer nada para que el tráfico avance. Es aquí en donde la paciencia puede llegar a ser muy útil. Tener paciencia no hará que el tráfico se mueva, pero si tiene el potencial de cuidar de tu energía y estado de ánimo mientras esperas. Si estas destinado a esperar de todas formas, ¿no sería mejor esperar tranquilamente que esperar en desespero?
Lo mismo sucede cuando esperamos en Dios. De la misma forma que no podemos controlar cuando se mueve el tráfico, no podemos controlar en qué momento Dios tomara acción. No importa cuánto llores, supliques, ores o hasta ayunes, el reloj de Dios no avanzara porque deseamos que se mueva más rápido. Recordemos que el reloj de Dios se mueve en su perfecto tiempo, no en el nuestro. Dios es el alfa y el omega, el principio y el fin. Él no depende de los tiempos para trabajar, mas bien los tiempos dependen de Él para cambiar.
Noticias como estas deberían de ser más que suficientes para darnos paz y calma, pero aun así muchos de nosotros seguimos atrapados en un ciclo de frustración. Podemos encontrar un poco de consuelo al saber que no hemos sido los únicos que han caído en el abismo del desespero. Bien dijo David: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.” (Salmos 40:1) Si David nunca hubiera pasado por el desespero, no hubiera podido escribir esas palabras: “Pacientemente espera a Jehová.” Y David conocía muy bien el tema de la espera.
David fue ungido por Samuel para ser el nuevo rey de Israel alrededor de los 15 años. Pero no fue hasta que llego a cumplir los 30 años que David ascendió al trono. Tuvo que esperar 15 años para ver el propósito de Dios sobre su vida. Irónicamente David tuvo múltiples oportunidades en donde pude haber encontrado una solución fácil. Si hubiera matado a Saul en alguno de los encuentros que tuvieron David hubiera alcanzado el trono sin ningún problema. Pero David entendía que, aunque había muchos atajos en su camino, esperar en Dios siempre iba a ser una opción segura.
David tuvo que aprender a tolerar y a sufrir. Al reemplazar su libre albedrío por la voluntad de Dios David pude empezar a entender que, aunque era el protagonista de su propia historia, el autor de su vida era Jehová. Además de esperar pacientemente, vemos que Jehová se inclina ante el clamor de David y escucha sus suplicas, como nos expresa en Salmos 40:1. No sabemos cuántas veces David había orado para que su guerra con Saul culminara. No tenemos claro cuantas lagrimas tuvo que derramar en esos 15 años, pero en medio de la espera David entendía que Dios lo estaba escuchando y que su Padre Celestial estaba más que dispuesto a consolarlo cuantas veces fuera necesario. Esos 15 años de espera no fue tiempo perdido. Al contrario, Dios utilizo ese tiempo para empezar a moldear a David.
Nunca pienses que tu tiempo de espera no tiene propósito. Dios desea utilizar este momento para trabajar en tu vida. Pueda ser que Dios quiera trabajar con tu carácter, sanar tu corazón, fortalecer tu fe o crear de tu desierto un testimonio inspirador. Si David hubiera ascendido al trono a los 15 años no hubiera tenido la misma capacidad como el David que tuvo que esperar.
Si Dios te entrega esa bendición antes de que estes listo corres el riego de dañar los planes perfectos del Padre. Igual que cuando un bebe nace antes de tiempo y presenta riegos en su desarrollo, cuando somos bendecidos hasta un minuto antes de la hora estipulada por Dios es más que suficiente para estancar nuestro crecimiento.
Esto puede sonar un poco exagerado o hasta innecesario para algunos, pero esperar en Dios siempre será la respuesta correcta, aunque en el momento lo veamos como la peor opción. Cuando rendimos nuestra vida ante el Padre estamos confiando que Él cuidara de nosotros. Aunque en estos momentos tus ojos estén viendo lo contrario recuerda que Dios siempre va a desear lo mejor para ti. Solo nos cuesta esperar, confiar y ser pacientes.
Dariangely López
Trabajadora Socail
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